Page 153 - El Terror de 1824
P. 153
EL TERROR DE 1824
149
^8 freir á la humanidad en grandes calderas
de hirviente palabrería que llaman autos. El
infierno de aquella época era el más infernal
que puede imaginar la humana fantasía espo-
leada por el terror.
En una serie de habitaciones sucias y tene-
brosas tenían sus mesas los demonios inferio-
res, muy semejantes á hombres á causa de su
hambrienta fisonomía y de su amarillo color,
resultado, al parecer, do una inyección de esen-
cia de pleito, que se forma de la bilis, la san-
gre y las lágrimas del género humano. Con
los brazos enfundados en el manguito negro,
desempeñaban entre desperezos, cuchicheos y
bocanadas de tabaco, sus nefandas funciones,
que consistían en escribir mil cosas ineptas.
Con su pluma estos diablillos pinchaban, mar-
tirizando lentamente; pero más allá, en otras
salas más negras, más indecorosas y más ahu-
madas con el hálito brumoso de la curia, los
demonios mayores descuartizaban como car-
niceros. Sus nefandas rúbricas, compuestas de
trazos nigrománticos, abrían en canal á las
pobres víctimas, y cada vez que llenaban uu
pliego de aquella simpática letra cuadrada y
angulosa que ha sido el orgullo de nuestros
calígrafos, daban un resoplido de satisfacción,
señal de que el precito estaba bien cocho por
un lado y era preciso ponerlo á cocer por el
otro .
Las mesas negras, desvencijadas, cubiertas
de hule roto por donde corría libremente la
arenilla secante esperando á que se acercara
una mano sudorosa para pegarse á ella, sos-