Page 169 - El Terror de 1824
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EL TERROR DE 1824 165
'heroico, pasivo, formidable, y robusteciendo
su alma con él, dijo al severo magistrado:
— Yo me acuso á mí misma; pero no dela-
taré á los demás.
—Me gusta... sí, me gusta la salida — afir
mo Chaperon cruzándose de brazos delante de
ella y moviendo el cuerpo como si fuera á dar
un salto. — ¿Sabes que tienes frescura?... Esto
es dejarnos con un palmo de narices... Dime,
mocosa: si no aclaras eso de las cartas, ¿qr.é
ventaja sacamos de que seas tú el delincuente
en vez de serlo Cordero y su hija? ¿Qué dife-
rencia hay?
— La diferencia que hay de la verdad á la
mentira — replicó Soledad imperturbable.— Si
ellos son inocentes, ¿por qué han de estar ea
la cárcel ocupando un puesto que me corres-
ponde á mí?
—Música, música — dijo el funcionario ha-
ciendo sonar corno castañuelas los dedos de su
mano derecha. — Aquí no estamos para perder
el tiempo en distingos. Hay mucho que hacer
para resguardar Trono y Sociedad de los ata-
ques de esa gentualla negra. A ver: ¿qué he-
mos sacado en limpio de tu acusación contra
tí misma? Nada entre dos platos. |Por vida del
Santísimo Sacramento! Yo creí que en punto
á noticias frescas y bonitas nos ibas á traer
aquí oro molido... ¡Que es inocente D. Benig-
no! ¿Y qué? ¡Que las cartas las recibiste tú y
no él, ni tampoco su hija! ¿Y qué? ¡Por vida
del Sant...l esto es burlarse de la Comisión
militar. Aquí se viene á servir al Estado, no
é hacer comedias. ¿Eres tú* partidaria del Al-