Page 175 - El Terror de 1824
P. 175
9
EL TERROR DE 18¿1 171
misma lo confiesa, lo cual no deja de tener
mérito; pero nos ha dejado á media miel, por-
que no quiere decir á quién entregó las cartas
que ha recibido hace unos días.
Soledad se levantó bruscamente.
— Una de las cartas de los emigrados — dijo
con tono grave extendiendo el brazo,— la en-
tregué á esta señora.
Después de señalarla con energía, cayó en
su asiento con la cabeza hacia atrás. Breve rato
estuvieron mudos y estupefactos los tres testi-
gos de aquella escena.
— Es verdad — balbució la dama. — He reci-
bido una carta de un emigrado que está eii
Inglaterra; no sé quién la llevó á mi casa...
¿qué mal hay en esto?
Chaperón, que estaba como aturdido, iba á
contestar algo muy importante, cuando la se-
ñora corrió hacia la huérfana, gritando:
— Se ha desmayado esta infeliz.
En efecto, rendida Sola á la fuerza superior
de las emociones y del cansancio, había per-
dido el conocimiento.
La señora sostuvo la cabeza de la víctima,
mientras Lobo, cuya oficiosidad filantrópica
no se desmentía un solo momento, acudid
transportando un vaso de agua para rociarle el
rostro.
— Eso no es nada— afirmó Chaperón. — Va-
raos, mujer, jqué mimos gastamos! Todo por*
que la mandan á la cárcel...
La puerta se abrió dando paso á cuatro
hombres de fúnebre aspecto, que parecían per-
tenecer al respetable gremio de enterradores.