Page 185 - El Terror de 1824
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EL TERROR DE 1824
-esos triviales consuelos que no necesita rni co-
razón magnánimo, sino para compartir mi sa-
crificio, y con mi sacrificio mi gloria. Adelante,
señores jueces, adelante. Acaben ustedes. So
Jedad y yo nos declaramos reos de amor á la
libertad, nos declaramos dignos de caer bajo
vuestras manos, y confesamos haber trabajado
por el triunfo del santo principio, ahora y an-
tes y siempre, porque para ello nacimos y por
ello morimos.
Causaba diversión á los diablillos menores
y aun al diablazo grande el desenfado del buen
viejo, por lo cual no habían puesto tasa á la
charla de éste. Mas Chaperón, que deseaba
concluir pronto, dijo al reo:
— ¿Es cierto que esta joven recibió un pa-
quete de cartas de los emigrados para repar-
tirlas á varias personas de Madrid?
— ¿Y eso se pregunta?— replicó Sarmiento
como si admirara la candidez del vestiglo. —
¿Pues qué había de hacer sino trabajar noche
y día por el triunfo de la sagrada causa?...
¿No he dicho que para eso nacimos y por eso
.morirnos?
Soledad miraba con ojos muy compasivos á
su amigo y al juez alternativamente. Mas pron-
to dejó de mirarlos y se reconcentró en sí mis-
ma, mostrando estóica indiferencia hacia aquel
lúgubre diálogo entre un insensato y un verdu-
go. Había hecho ya con Dios pacto de resig-
nación absoluta, y se entregaba á la voluntad
divina, prometiendo no oponer ninguna resis-
tencia á los accidentes humanos, ni aceptar
otro papel que el de víctima callada y trauqui-