Page 189 - El Terror de 1824
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EL TERROR DE 1824 185
gran complot moral, cuyas ramificaciones se
extienden por todo el mundo. ¡ Ah! señores, no
conocéis la gran conspiración del tiempo. A
«lia pertenezco, á ella pertenecen todas vues-
tras víctimas... Ea, despachemos pronto. Basta
<3e fórmulas y de procedimientos necios. El
patíbulo, el patíbulo, señores, esa es nuestra
jurisprudencia. De él hemos de salir triunfan-
tes, trocados de humanos miserables en inma-
culados espíritus. Lo mismo nos da que nos
ahorquéis de ésta ó de la otra manera, más ó
menos noblemente. ¿A los mártires del circo
romano les importaba que el tigre que se los co-
mía tuviera la oreja negra ó amarilla? No, por-
que no atendían más que á la sublime idea; lo
mismo nosotros no atendemos más que á esta
idea que nos lleva en pos del suplicio, la cual es
como un fuego sacrosanto que nos embelesa y
nos purifica. No tenemos ya sentidos, no sa-
bemos lo que es dolor... ¡La carne!... ¡ah! no
nos merece más interés que el despreciable
polvo de nuestros zapatos. Adelante, pues.
Cumpla cada uno con su deber: el vuestro es
matar, el nuestro sucumbir carnalmente, para
vivir después la excelsa, la inacabable y deli-
ciosa vida del espíritu... Vamos allá: ¿en dón-
de, en dónde está esa bendita horca?»
Había tanta naturalidad en las entusiastas
expresiones del exaltado viejo patriota, y al
propio tiempo un tono de dignidad tan majes-
tuoso, que los empleados de la Comisión, asi
militares como civiles, no podían resistir al
deseo de oirle. Aunque el sentimiento que á la
mayoría dominaba era de burla con cierta