Page 192 - El Terror de 1824
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188       B.  PÉREZ  GALDÓS

       sublime  que  todas  las  exaltaciones  del  valor,
       y  al  cual  damos  un  nombre  obscuro:  lo  llama-
           mos paciencia,  y  germina  como  flor  invisible
       y  modesta  en  el  alma  de  los  que  parecen  dé-
       biles.
         —  Veo  que  no  lloras — dijo  D.  Patricio  ob-
               servando aquel  semblante  plácidamente  tran-
            quilo, á  quien  la  virtud  mencionada  daba  an-
             gelical hermosura. —No  lloras,  no  estás  de-
      mudada...
         — ¿Yo  llorar?  ¿por  qué?
         — Aoí  me  gusta — exclamó  Sarmiento  con
      entusiasmo. — ]Oh  almas  sublimes!  ¡oh  almas
      escogidas!  ¡Y  pensar  que  os  han  de  intimidar
      horcas  y  suplicios!. ..  Señores  jueces,  aquí
      aguardamos  la  hora  del  holocausto.  Llevadnos
      ya;  subidnos  á  esos  gallardos  maderos  que
      llamáis  infamantes.  Mientras  más  altos,  mejor.
      Así  alumbraremos  más.  Somos  los  fanales  del
      género  humano.
        Chaperón  mandó  que  los  dos  reos  fuesen
      conducidos  cada  cual  á  su  calabozo;  mas  como
      el  alcaide  manifestase  la  imposibilidad  de  ocu-
          par dos  departamentos,  se  dispuso  que  ambos
      gemelos  de  la  muerte  fuesen  encerrados  en  un
      solo  cuarto.
         — Vamos, — dijo  D.  Patricio  enlazando  con
      BU.  brazo  la  cintura  de  Sola.
         Esta  se  dejó  llevar.  Ouaudo  iban  por  la
      obscura  galería,  la  joven  huérfana  oyó  clara-
             mente en  su  oído  estas  palabras,  dichas  en
      voz  muy  baja,  como  un  silbido:
         — Señora,  no  se  sofoque  usted...  se  hará  un
      esfuercito  por  salvarla...  Una  persona  que  se
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