Page 196 - El Terror de 1824
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192 B. PÉREZ GALDÜS
mán distraído. — Pues se arreglará. Basta que
iinted se interese por ella, para que D. Fran-
cisco sea benigno. Para él no hay más Dio&
que Calomarde, y como mi señora tiene feliz-
mente todo el favor de nuestro querido Minis-
tro y también el de Quesada...
— No me fío yo del Ministro — dijo la dama
nublando su hermoso semblante con las som-
bras de la duda. —Muy amigo mío era D. Víc-
tor Sáez, y en Cádiz me prendió, como usted
sabe. Aquello duró poco; pero fui maltratada
del modo más grosero. En estos tiempos no
hay que fiar de las amistades.
— No, no hay que fiar, señora mía— repitió
Lobo riendo y bajando la voz como el que va
á decir un secreto peligroso. — (Estamos en los
tiempos más perros que se han visto desde que
hay tiempos, y bregamos con la gente más
mala que se ha visto desde que el hombre, esa
infame bestia inteligente, apareció sobre la tie-
rral Empero usted conseguirá lo que desea.
¿Es cuestión de gratitud? ¿Ha recibido usted
favores de esa infeliz ó de su familia?
— No, no es eso — dijo la dama, -mostrando
que le importunaba la curiosidad del hombre
de leyes. — Es cuestión de conciencia.
— ¿Debe usted favores á esa desgraciada?
— No, ella me debe á mí un disfavor muy
grande. Yo he sido mala, Sr. Lobo... pero no,
no soy tan mala como yo misma creo. No fal-
tan voces en mi conciencia... Verdad es que
tengo un genio arrebatado, que soy capaz en
ciertos momentos... Vamos, lo diré: soy capaz
hasta de coger un puñal...