Page 197 - El Terror de 1824
P. 197
EL TERROR DE 1824 193
La hermosa dama, moviendo su brazo como
para matar, convirtióse por breve momento
en una figura trágica de extraordinaria belleza.
— Pero estos furores me pasan — añadió pa-
sándose la mano por los ojos. — Pasan, sí, y
como Dios castiga y advierte... Yo he sido
mala; pero no he cerrado mis ojos á las adver-
tencias de Dios. No es posible siempre reparar
el mal que se ha causado... pero se me pre-
senta ahora ocasión de hacer un bien, y he de
hacerlo: quiero sacar de la prisión á esa joven.
—El Sr. D. Francisco...
— No me fío yo del Sr. D. Francisco. Es de-
masiado amigo de mi esposo para que yo ha-
m ga caso de sus palabrejas corteses. Usted, us-
ted puede arreglarlo fácilmente.
—¿Cómo?
— Componiendo la causa de modo que apa-
rezca la reo tan inocente de conspiración como
los ángeles del cielo, aunque no sé yo si Cha-
perón y Oalomarde podrán convencerse de que
los ángeles no conspiran.
— |La causa, señoral — exclamó Lobo son-
riendo con malicia.
— Sí: componer la causa, hombre de Dios;
poner lo blanco negro y lo negro blanco.
— Pero, señora Doña Jenara de mis peca-
dos, si aquí no hay causas, ni jurispruden-
cia, ni ley, ni sentencia, ni testimonio, ni prue-
bas, ni nada más que el capricho de la Comi-
sión militar y de la Superintendencia, someti-
das, como usted sabe, al capricho más bár-
baro aún de los voluntarios realistas. Si todo
43
este fárrago de papeles que usted ve aquí es tan