Page 199 - El Terror de 1824
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<eausa, como causa de conspiración, es de las
que más alto piden un desenlace trágico. Ahora
me acuerdo de una circunstancia que favorece
mucho su deseo de usted.
-¿Qué?
— Anoche nos han traído al que figura co-
mo cómplice de la tunantuela.
— ¿Sarmiento?... le conozco — dijo la señora
desanimándose. — Es un pobre tonto, á quien
Ja Comisión no puede considerar como reo.
—Poquito á poco. La ley está de tal modo
redactada, que yo no me atrevería á absolverle.
Puesto que la señora quiere que yo dé unos
cuantos toques á la causa, se hará. Nada se
pierde en ello. Verá usted cómo resulta que el
culpable de todo es Sarmiento, y que la joven
jamás ha roto un plato.
— Buena idea, si ese infeliz estuviese en su
<jlaro juicio, si tuviera responsabilidad...
— Ahí está el quid. Anoche dijo Chaperón
que iba á mandarle al Nuncio de Toledo. Pue-
de que persista en esta humanitaria idea. Allá
veremos... Ya sabe usted que la cabeza de mi
jefe es una berroqueña.
— Puede sostenerse — dijo la dama en tono
humorístico,— que su jefe de usted es uno de
los hombres más brutos que han comido pan
,en el mundo.
— Señora — replicó Lobo como quien da ex-j
pansióu á un sentimiento contenido por el de-
ber,— yo le aseguro á usted que no come ce-
bada por no dar qué decir. Así anda el Reino
«n manos de esta gente. Malaventurados los
<que se ven en la dura necesidad de servirle,