Page 195 - El Terror de 1824
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EL TERROR DE 1824 191
capricho de la nieve entre las plantas de un
jardín. Como á los viejos feos se les permite
ser galantes, Lobo dijo que la cara de la seño-
ra era una rosa con la cual no se había atre-
vido la nieve, temiendo que una mirada la de-
rritiera.
—Déjese usted de sandeces — dijo ella. — Yo
vengo á salir de dudas.
— ¿Respecto á esa jovenzuela que se delató á
sí misma?... Confieso que es el primer caso que
he visto desde que tengo esta nobilísima plu-
ma en la mano. — Por ella se interesa la señora.
— Mucho, muchísimo — repuso la dama con
pena. — Anoche he tenido una pesadilla... no
es la primera vez que sueño con ella... ¿Pues
no he dado en soñar que soy verdugo y que la
«stoy ahorcando?
— Graciosísimo, señora mía, graciosísimo.
¿La conoce usted hace tiempo? ¿De qué pro-
cede ese interés tan vivo? Ella no demuestra
tenerla á usted grabada en las telas de su co-
razón. Recordemos cómo declaró haberle en-
tregado una de las cartas. Sin duda quería
perderla á usted. ¡Infame víbora! |Y usted
quiere favorecerla! ¡Oh generosidad inaudita!
— |Ella me aborrece!
— Se conoce, sí, porque lo de la carta es
una calumnia.
— No es una calumnia, no. Recibí la carta
— dijo la señora suspirando. — Pero Chaperón
me ha dicho que no seré molestada por ello.
Mostraré la carta, si es preciso. No contiene
nada que transcienda á conspirar.
— Todo sea por Dios— dijo Lobo con ade-