Page 187 - El Terror de 1824
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EL TERROR DE 1821 183
—Una era para D. Antonio Campos, ese
gran patriota que acaba de llegar de Tarifa y
Almería; otra para un oficial de la antigua
guardia, que se llama Ramalejo; la tercera ve-
nía dirigida á D. Roque Sáez y Onís, y la cuar-
ta á Doña Jenara de Baraona.
— Muy bien—gruñó Chaperón, asemejándo-
se mucho en su gruñido al perro que acaba de
encontrar un hueso perdido. — Veo que el viejo
y la niña son la peor casta de conspiradores
que se conoce en Madrid.
— Sí-— dijo Sarmiento con exaltación, — in-
súltenos usted.,. Eso nos agrada. Los insultos
son coronas inmarcesibles en la frente del jus-
to. Mire usted las espinas que lleva en su ca-
beza Aquél que está en la cruz.
— Silencio — gritó Chaperón. — Veo que él es
tan parlanchín como ella hipocritona. Ya sabe-
mos lo de las cartas, linda pieza... Ahora el
buen viejo nos informará de todas las particu-
laridades que hayan ocurrido en la casa. ¿Tie-
ne noticia de que entrara en estos líos D. Be-
Digno Cordero?
— ¡Cordero! —exclamó Sarmiento con asom-
bro.—Cordero es un hombre vulgar, un tende-
ro, un quídam... ¿Cómo puede ser capaz seme-
jante hombre de intervenir en un complot de
esos que sólo acometen las almas grandes y
valerosas?
— ¿Seudoquis fué muchas veces á la casa?
— Dos veces, dos. Para nada hay que men-
tar á Cordero. Nuestra gloria es nuestra, señor
mío, y de nadie más. ¡Ay de aquél que intente
quitarnos una partícula de ella, siquiera sea