Page 231 - El Terror de 1824
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EL TERROR DE 1824 227
rana cosa que la consolará mucho: hay una
dama que se iuteresa por usted... Abí fuera
está... No la han dejado entrar; pero me en-
carga diga á usted que hará todo lo posible
para evitar una desgracia... |Qué señora tan
angelical, qué corazón de oro!... ¿Y el ancia-
nito dónde está...? Anímese usted, buen hom-
bre. Ya, ya me han dicho que está demente
Oyóse entonces una voz sorda é inarticula-
da, que parecía expresar amargo desprecio.
— ¿Está en el suelo el pobre hombre? — aña-
dió Alelí, tanteando suavemente con su palo.
— Me parece que le siento roncar... Si todos
tuvieran el buen abogado que éste tiene... ¡Su
demencia le salvará!... Adiós, hijos míos; no
puedo detenerme... mañana será más larga la
visita.
Retiróse, y los dos presos quedaron solos to-
do el día. Al anochecer les interrogaron. Des-
pués volvieron á quedar solos, ella muda y re-
cogida, Patricio taciturno á ratos y á ratos po-
seído de furor, que con ninguna especie de con-
suelos podía calmar su compañera. Tampoco
aquella noche durmieron gran cosa, y al día
siguiente, que era el 1.° de Septiembre, volvió
el Padre Alelí, á quien el carcelero dejó ence-
rrado dentro.
— H »y puedo dedicar á mis amigos un ra-
tito — dijo dejándose conducir por Soledad áj
Ja silla. — Ya estoy... Gracias, señora... Me han
dicho que es usted muy simpática... En estos
cavernosos cuartos no se ve nada... ¿Y el po-
bre tonto cómo se encuentra?
— ¡Quieres dejarnos en paz, endiablado frai-