Page 239 - El Terror de 1824
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EL TERROR DE 1824 23*
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¡Válganos Dios y qué endiablado humor te-
nía D. Francisco Chaperón, á pesar de haber
procedido conforme á lo que en él hacía la&
veces de conciencia! ¿Pues no llegaba el cinis-
mo de los voluntarios realistas al incalificable
extremo de vituperarle aúi, después que tan
clara prueba de severidad y rectitud acababa
de dar?... |Cuán mal se juzga á los grandes
hombres en su propia patria! Varones eminen-
tes, desvelaos; consagrad vuestra existencia al
servicio de- una idea, para que luego la ingra-
titud amargue vuestra noble alma... ¡Todo sea
por Dios!... ¡Por vida del Santísimo Sacra-
mento, esto es una gran bribonada!
Todavía vacilaba el D. Francisco en perdo-
nar á Cordero, después de haberlo propuesta
en junta general á la Comisión; pero el Corte-
sano de 1815 añadió á las muchas razones an-
teriormente expuestas otras de mucho pesor
logrando atraer á su partido y asociar hábil-
mente á su trabajo á un hombre cuya opinión
era siempre palabra de oro para el digno Pre-
sidente de la Comisión. Este hombre era el
coronel D. Carlos Garrote. Para seducirle,
Bragas no necesitó emplear sutiles argucias.
B istóle decir que Jenara bebía los vientos por
sacar de la cárcel á Sola, aunque en sustitu-
ción de ella fuese preciso ahorcar á todos los
Corderos y á todos los Toros de Guisando na-