Page 240 - El Terror de 1824
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      cidos  y  por  nacer.  No  necesitó  otras  razones
       Navarro  para  sugerir  á  Chapetón  la  luminosa
       idea  siguiente:
         — Vea  usted  cómo  voy  comprendiendo  quo
       la  hija  de  Gil  de  la  Cuadra  es  una  intrigante.
       Dj  esta  especie  de  polilla  es  de  la  que  se  debe
       limpiar  el  Reino.  Apuesto  á  que  es  la  querida
       de  Seudoquis.
         No  se  habló  mis  del  asunto.  Aunque  deci-
           dido á  castigar  severamente,  Chapetón  no  ha-
          bía de  reconquistar  las  simpatías  perdidas  en
       el  Cuerpo  do  voluntarios.  H  ibiéralo  llevado
       con  paciencia  el  hombre  horca,  y  casi,  casi,  es-
           taba dispuesto  á  consol  iráe,  cuando  un  suceso
       desgraciadísimo  para  la  causa  del  Trono  y  de
       la  Fe  católica  vino  á  complicar  la  situación,  exa-
               cerbando hasta  el  delirio  el  inhumano  celo  del
       sofior  brigadier.  En  la  noche  del  2  ai  3  de  Sep-
              tiembre, un  preso,  el  más  importante  sin  duda
       de  cuantos  guardaba  en  su  inmundo  vientre
       la  cárcel  de  Corte,  hallo  medios  de  evadirse,
       y  se  evadió.  No  se  sabe  si  anduvo  en  ello  la
       virtud  del  metal,  que  es  la  llave  de  corazones
      y  ganzúa  de  puertas,  ó  simplemente  la  destre-
          za, energía  y  agudeza  del  preso.  No  discutire-
           mos esto:  basta  consignar  el  hoeho  tristísimo
       (atendiendo  al  Trono  y  á  la  Fe  católica)  de  quo
       Seudoquis  se  escapó.  ¿Fué  por  el  tejado,  fué
       por  las  alcantarillas,  fué  por  medio  de  un  dis-
           fraz? Nadie  lo  supo,  ni  lo  sabrá  probablemente.
       En  vano  D  Francisco,  corriondo  á  la  cárcel
       muy  de  mañana  (pues  ni  siquiera  tuvo  tiempo
      de  tomar  chocolate),  mandó  hacer  escrupuloso
       registro  en  las  buhardillas  y  sótauos,  y  prender
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