Page 243 - El Terror de 1824
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BL  TERROR  DE  1824
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      agua  en  violentos  chorros  con  intermitencias
      de  resoplidos  de  aire.  A  cada  segando  se  me-
         tía los  dedos  en  el  duro  cuello  de  cartón  para
      -ensanchárselo  y  respirar  mejor.
        — Tanto  enfado  me  mueve  á  risa — dijo  la
      dama  con  burlona  sonrisa  y  demostrando  mu-
          cha tranquildad. — Cualquiera  que  á  usted  le
      viese  creería  que  estoy  en  presencia  del  mis-
          mo Soberano  absoluto  de  estos  Reinos.  Señor
      Chaperón,  ¿por  quién  se  ha  tomado?
        — Señora-— dijo  el  brigadier  enfrenando  su
      cólera, —usted  puede  tomarme  por  quien  quie-
          ra; pero  esta  vez  no  cedo,  no  cedo...  Ya  com-
             prendo la  intriga:  me  trae  usted  una  cartita
      de  Calomarde...  Es  inútil,  inútil:  no  hago  caso
      de  recomendaciones.  Si  Calomarde  me  manda
      atender  al  ruego  de  usted,  presentaré  al  pun-
         to mi  dimisión.  De  mí  no  se  ríe  nadie:  soy  res-
              ponsable de  la  paz  del  Reino,  y  si  vienen  revo-
               luciones, tráigalas  quien  quiera,  no  yo.
         —  Calomarde  rio  ha  querido  darme  carta  de
       recomendación, — manifestó  Jenara  sin  aban-
            donar su  calma.
         — Ya  lo  presumía.  Hemos  hablado  ano-
            che... hemos  convenido  en  la  necesidad  de
       apretar  los  tornillos,  de  apretar  mucho  los
       tornillos.
         — Calomarde  y  usted  apretarán  la  hebilla  de
       üsus  propios  corbatines  hasta  ahogarse  si  gus-
          tan— d:jo  ella  con  malicioso  desdén;— pero  en
       las  cosas  públicas  no  harán  sino  lo  que  se  les
       mande.
         —  Señora,  permítame  usted  que  no  haga
       caso  de  sus  bromitas.  La  ocasión  no  es  á  pro-
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