Page 243 - El Terror de 1824
P. 243
BL TERROR DE 1824
239
agua en violentos chorros con intermitencias
de resoplidos de aire. A cada segando se me-
tía los dedos en el duro cuello de cartón para
-ensanchárselo y respirar mejor.
— Tanto enfado me mueve á risa — dijo la
dama con burlona sonrisa y demostrando mu-
cha tranquildad. — Cualquiera que á usted le
viese creería que estoy en presencia del mis-
mo Soberano absoluto de estos Reinos. Señor
Chaperón, ¿por quién se ha tomado?
— Señora-— dijo el brigadier enfrenando su
cólera, —usted puede tomarme por quien quie-
ra; pero esta vez no cedo, no cedo... Ya com-
prendo la intriga: me trae usted una cartita
de Calomarde... Es inútil, inútil: no hago caso
de recomendaciones. Si Calomarde me manda
atender al ruego de usted, presentaré al pun-
to mi dimisión. De mí no se ríe nadie: soy res-
ponsable de la paz del Reino, y si vienen revo-
luciones, tráigalas quien quiera, no yo.
— Calomarde rio ha querido darme carta de
recomendación, — manifestó Jenara sin aban-
donar su calma.
— Ya lo presumía. Hemos hablado ano-
che... hemos convenido en la necesidad de
apretar los tornillos, de apretar mucho los
tornillos.
— Calomarde y usted apretarán la hebilla de
üsus propios corbatines hasta ahogarse si gus-
tan— d:jo ella con malicioso desdén;— pero en
las cosas públicas no harán sino lo que se les
mande.
— Señora, permítame usted que no haga
caso de sus bromitas. La ocasión no es á pro-