Page 250 - El Terror de 1824
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246 B, PÉREZ GALDÓS
cal. Pasado mañana tocará sentenciar eso..-
]Ohl veremos si los compañeros quieren hacer-
lo mañana mismo... Quesada me ha recomen-
dado hoy la mayor celeridad en el despacho y
en la ejecución de las sentencias...
Y cabizbajo, añadió:
— Veremos cómo lo toma la Comisión. Ya
tengo mis dudas... Mi conciencia no está com-
pletamente tranquila... pero ¿qué se ha de ha-
cer? todo antes que la impunidad.
Y aquel hombre terrible, que era el Pre-
sidente de derecho del pavoroso Tribunal, y
de hecho fiscal, y el Tribunal entero; aquel
hombre, de cuya vanidad sanguinaria y bru-
tal ignorancia dependía la vida y la muerte
de miles de infelices, se levantó y se íuó á
comer.
La Comisión, reunida al día siguiente para
fallar la causa de la mujer que había robado
un almirez de cobre y un vestido viejo de per-
cal, falló también la de Sarmiento. No peca-
ban de escrupulosos ni de vacilantes aquellos
señores, y siempre sentenciaban de plano con-
formándose con el parecer del que era vida y
alma del Tribunal. Todas las mañanas, antea
de reunirse, oían una misa llamada de Espí-
ritu Santo, sin duda porque era celebrada con
irreverente pretensión de que bajara á ilu im-
anarles la tercera persona de la Santísima Tri-
nidad. Por eso deliberaban tranquila, rápida-
mente y sin quebraderos de cabeza. Todos los
días, al dar la orden de la plaza y distribuir
las guardias y servicios de tropa, el Capitán
General designaba el sacerdote castrense qu&