Page 251 - El Terror de 1824
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EL  TERROR  DE  1824
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     había  de  decir  la  misa  de  Espíritu  Santo.  Esto
     era  como  la  señal  de  ahorcar  (*).
       Al  anochecer  del  día  en  que  fué  sentenciada
     la  causa  de  Sarmiento,  previa  la  misa  corres-
               pondiente, el  escribano  entró  en  la  prisión,  y  á
     la  luz  de  un  farolillo  que  el  alguacil  sostenía,
     leyó  un  papel.
       Oyéronle  ambos  reos  con  atención  profunda.
     Sarmiento  no  respiraba.  No  había  concluido
     de  leer  el  escribano,  cuando  D.  Patricio,  ente-
          rado de  lo  más  substancial,  lanzó  un  grito;  po-
              niéndose de  rodillas  elevó  los  brazos,  y  con
     entusiasmo  que  no  puede  describirse,  con  de-
         lirio sublime,  exclamó:
       — ¡Gracias,  Dios  de  los  justos,  Dios  de  los
     buenos!  ¡Gracias,  Dios  mío,  por  haber  oído  mis
     ruegos!...  ¡Ella  libre,  yo  mártir,  yo  dichoso,  yo
     inmortal,  yo  santificado  por  los  siglos  de  los
     siglos!...  Gracias,  Señor...  Mi  destino  se  cum-
          ple... No  podía  ser  de  otra  manera.  Jaeces,  yo
     os  bendigo.  Pueblo,  mírame  en  mi  trono...
     Estoy  rodeado  de  luz.


                      XXV


       La  capilla  de  los  reos  de  muerte,  que  estaba
     en  el  piso  bajo  y  en  el  ángulo  formado  por  la
     calle  de  la  Concepción  Jerónima  y  el  callejón
     del  Verdugo,  era  el  local  más  decente  de  la


       (*)  Véase  cualquier  número  del  Diario  de  Avisos,
     iño  de  4824.
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