Page 259 - El Terror de 1824
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EL TERROR DE 1824
XXVI
Empezaron los Hermanos á servir la comi-
da. Sentóse D. Patricio á la mesa, invitando á
todos á que le acompañaran. No había comen-
zado aún, cuando entró el Sr. de Ghaperón,
que jamás dejaba de visitar á sus víctimas en
la antesala del matadero. Gomo de costumbre
en tales casos, el señor brigadier trataba de
enmascarar su rostro con ciertas muecas, con-
torsiones y gestos encargados de expresar la
compasión, y helo aquí arqueando las cejas y
plegando santurronamente los ángulos de la
boca, sin conseguir más que un aumento pro-
digioso en su fealdad.
Saludó á Sarmiento con esa cortesía espe-
cial que se emplea con los reos de muerte,
amabilidad indefinible, incomprensible para
quien no ha visto muestras de ella en la capi-
lla de la cárcel; urbanidad en la cual no hay
ni asomos de estimación, porque se trata de
un delincuente atroz, ni tampoco desprecio ó
encono á causa de la proximidad del morir. Es
una callada fórmula de repulsión compasiva,
sentimiento extraño que no tiene semejante,
como no sea en el alma de algún carnicero no
muy novicio ni tampoco muy empedernido.
— Hermano en Cristo — dijo D. Francisco
poniendo su mano, tan semejante al hacha del
verdugo, sobre el cuello del preceptor, — supon-