Page 265 - El Terror de 1824
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EL TERROR DE 1824 281
bidos y por habar; en el centro una mesa llena
de viandas, y un reo que, después de hablar
con desenfado y entereza, recibía cigarros de
los Berinanos de la Paz y Caridad y ios en-
cendía en la llama de un cirio; más alia dos
frailes, de los cuales el uno parecía vergonzoso
y el otro enfadado; enfrente la tremebuuda
figura de D. Francisco Chaperón, el abastece-
dor de la hor<¿a, el terror de los reos y de los
ajusticiados, sonriendo con malicia y dudando
si poner cara afligida ó regocijada; todo esto
presidido por el Crucifijo y la Dolorosa, ó ilu-
minado por la claridad de las velas de fune-
ral que daban cadavérico aspecto á hombres y
cosas, y allá en la sala inmediata, una som-
bra odiosa, una figura horripilante que espe-
raba: el verdugo.
D. Francisco Chaperón se despidió de su
víctima. En la sala contigua y en el patio en-
contró á varios individuos de la Comisión mi-
litar y á otros particulares que venían á ver
al reo,
— [Que me digan á mí que ese hombre es
tonto! — exclamó con evidente satisfacción. —
Tan tonto es él como yo. No es sino un gran-
dísimo bribón, que aún persiste en su plan de
fingirse demente, por ver si consigue el indul-
to... Ya, ya. Lo que tiene ese bergante es mu-
chísimo talento. Ya quisieran más de cuatro...
Por cierto que entre bromas y veras ha habla-
do con un donaire... Al pobre Salmón le ha
puesto de hoja de perejil, y Alelí no ha salido
tampoco muy librado de manos de este licen-
ciado Vidriera... Es graciosísimo: véanle us-