Page 269 - El Terror de 1824
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EL TERROR DE 1824 265
Sefíores, divertirse con el viejo Sarmiento.
Aún no se había separado de sus amigos,
cuando salió al patio un señor obispo que ve-
nía también de visitar al reo. Todos se descu-
brieron al verle, haciéndole calle. Pipaón, des-
pués de besarle el anillo, le habló del conde-
nado á muerte.
— Mi opinión — dijo Su Ilustrísima (que era
una de las lumbreras del Episcopado) es qué
si no constara en los autos, como aseguran
consta de una manera indubitable, que se ha
fingido y se finge loco para hablar impune-
mente de temas vedados, la ejecución de este
hombre sería un asesinato. Desempeña este
desgraciado su papel con inaudita perfección,
y apreciándole por lo que dice, no hay en
aquella mollera ni el más pequeño grano de
juicio... A propósito de juicio, Sr. de Pipaón,
no lo ha tenido usted muy grande fijando para
el lunes la gran fiesta de desagravios á Su Di-
vina Majestad que celebra la Hermandad de
Indignos esclavos del Santísimo Sacramento,
porque siendo el lunes día de la Natividad de
Nuestra Señora, la Real Congregación de la
Guardia y Custodia dispone, por antiguo privi-
legio, de la iglesia de San Isidro.
Pipaón respondió, mutatis mutandis, que no
correría sangre á causa de un conflicto entre
ambas Hermandades, y que él respondía de
arreglarlo todo á gusto de seglares y clérigos,
sin que so quejaran el Santísimo Sacramento
ni Nuestra Señora, con lo. cual y con aceptar
la carroza de Su Ilustrísima para trasladarse
á la calle de la Puebla, donde había de hacer