Page 272 - El Terror de 1824
P. 272
268 B. PÉREZ G ALDOS
<Jujiste conmigo tan noble y caritativamente!
que no vacilo en declararte merecedora de in-
mortal premio. Yo te lo aseguro, yo te lo pro-
fetizo (dijo esto cerrando los ojos y extendien-
do solemnemente los brazos en actitud de pro-
feta), yo te lo fío^ bendiciéndote. Creo tener
poderes para ello. Gozarás de la eterna dicha
por tu cristiana acción. Ahora bien: hablando
de cosas más terrestres, te diré que es mi de-
seo partas en seguida para Inglaterra á poner-
te bajo el amparo de eso hombre generoso que
ha sido tu protector y hermano. Le conozco, y
sé que su corazón está lleno de bondades. Co-
mo me intereso también por él, declaro ante
tí que ese joven debe tomarte por esposa, de
lo cual resultará ventaja para entrambos: para
tí, porque vivirás al arrimo de un hombre de
mérito, capaz de comprender lo que vales; pa-
ra él, porque tendrá la compañera más fiel,
más amante, más útil, más hacendosa, más
cristiana y más honesta con que puede soñar
el amor de un hombre. Tengo la seguridad de
que él lo comprenderá así (al decir esto mos-
traba la convicción de un apóstol). Si no lo
comprendiese, dile que yo se lo mando, que
es mi sacra voluntad, que yo no hablo por ha-
blo por hablar, sino trasmitiendo por el órga-
no de mi lengua la inspiración celeste que obra
dentro de mí. i
Sola oyó este discurso con recogimiento y i
admiración, pasmada de advertir una profun- '
dísima concordancia entre la demencia de su
amigo y ciertas ideas de antiguo arraigadas en
día. No acertó á decir una palabra sobre aquel