Page 277 - El Terror de 1824
P. 277
EL TERROR DE 18.24 273
haga la confesión sentado para evitarle can-
sancio.
— Yo prefiero estar de rodillas, porque no
soy de alfeñique — dijo el reo volviéndose á
Linear. — Ahora, ei Vuestra Paternidad tiene
oídos, oiga... Yo amo á Dios sobre todas las
cosas. ¿Cómo no amarle, si es fuente de todo
bien, manantial de toda idea, origen de toda
vida? El dió la idea moral al mundo, y el
mundo, después de mil luchas, disputas y
sangre, aceptó la ley moral que felizmente lo
rige. Después le dió la idea política, es decir,
la libertad, para que se gobernase, y todavía
el mundo no la ha aceptado en su totalidad.
Estamos en la época de la predicación, del
martirio...
— Basta — dijo Alelí con enfado. — Está usted
profanando el nombre de Dios con absurdas
afirmaciones. Poco adelantamos por ese cami-
no, hermano querido. Confiese usted su amor
á Dios sin mezcla de extravagancia alguna.
Me basta con eso por ahora, y adelante.
— Confieso — añadió el penitente, — que con
frecuencia he jurado su santo nombre en vano,
y además que he usado votos y ternos, pues
adquirí tiempo há la picara costumbre de sa-
car á todo el chiliudrón y la chilindraina; pero,
con perdón de Vuestra Reverencia, creo que
pecados como éste no llevan á casa de Pedro
Botero. Tampoco he santificado las fiestas co-
mo está mandado... desidia, pura desidia y
abandono. En el cuarto, ¿qué he de decir sino
que jamás he faltado á él ni en pensamiento?
Pues en lo de matar, si alguien perdió por mí
48