Page 280 - El Terror de 1824
P. 280
276 B. PÉREZ GALDÓS
Sabes que te adoro, que te reverencio, y que
ejecuto puntualmente la misión que me seña-
laste en el mundo. Sabes que la idea de la li-
bertad, enviada por ti para que la difundiéra-
mos, fué mi norte y mi .guía. Sabes que por
ella vivo y por ella muero. Sabes que si come-
tí faltas, me he arrepentido de ellas con gran-
dísima congoja. Sabes que perdono de todo
corazón á mis enemigos, y que me dispongo á
rogar por ellos, cuando mi espíritu pueda ha-
blar sin boca y ver sin necesidad de ojos. Mi
confesión está hecha públicamente. Oigala todo
el que tiene oídos.
Y después, volviéndose al fraile, que absor-
to le miraba, díjole:
— Ahora, Padre Alelí, espero que no tendrá
Vuestra Paternidad reverendísima inconve-
niente alguno en darme el pan Eucarístico.
Bien se ve que puedo recibir á Dios dentro de
mí. Estoy puro de toda mancha: soy como los
ángeles.
Entonces vióse una cosa extraña, que por
lo extraña parecía horrible en aquel sitio y
ocasión. El Padre Alelí no pudo evitar una
sonrisa. Diríase que ésta brilló en la fúnebre
capilla como un reflejo mundano dentro de la
región de los difuntos. Tero tornó al punto á
la seriedad, y gravemente dijeron á dúo am-
bos frailes:
• — No podemos dar á usted la Eucaristía,
desgraciado hermano.
Mientras Sola acudió á consolar á Sarmien-
to, que parecía muy contrariado por aquella
negativa, Alelí llevó aparteá Salmón y le dijo: