Page 283 - El Terror de 1824
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TÓ con disgusto. — ¡Qué ruido hay en la cár-
cel!... ¿Qué voces son esas? Parece un canto
desacorde ó un graznido de pájaros llorones.
¿Qué es eso?
Soledad no contestó nada, y apoyó su frente
sobre el pecho del anciano. A la capilla llegaba
una repugnante música llorona de gritos hu-
manos que parecía formada de todos los ren-
cores, de todos los sarcasmos, de todas las lá-
grimas y de todos los suspiros encerrados en
la cárcel.
EL Padre Alelí, que había salido al amane-
cer, volvió muy cabizbajo, y sin hablar una
sola palabra al reo ni á ios demás, preparóse
para decir la misa. En tanto, uno de los Her-
manos departía con Sarmiento de cosas reli-
giosas, sabedor de que éstas habían de llevar
gran alivio y fuerzas al espíritu del reo.
• — Hoy — le dijo, — celebramos en Santa Cruz
los Mayordomos de esta Real Archicofradía
misa solemne de rogativa para implorar los
divinos auxilios en la última hora del pobre
condenado á muerte. Ya sabe usted que Nues-
tro Santísimo Padre Pío VII ha concedido in-
dulgencia plenaria á todos nosotros y á los
fieles que asistan á esa misa y hagan oración
por la concordia de los Príncipes cristianos,
extirpación de las herejías y exaltación de la
Fe católica.
— De modo — dijo Sarmiento con amarga
ironía, — que en esa misa se hace oración por
todo menos por mí.
— No, hermano mío, no — dijo el cofrade con
Ja melosidad del beato; — que también habrá