Page 287 - El Terror de 1824
P. 287

283
                  EL  TERROR  DE  1824
       estaba  á  punto  de  perder  el  conocimiento.
       D.  Patricio,  dicho  su  último  discurso,  exa-
               minaba una  grieta  que  en  el  techo  había  y
       después  la  costura  del  paño  del  altar.  Creería-
       se  al  verle  que  aquellos  dos  objetos  insignifi-
             cantes merecían  la  mayor  atención.
         Varias  personas  entraron  en  la  capilla,  to-
           das decorando  sus  caras  con  la  aflicción  más
       edificante.  Levantóse  el  reo,  y  sin  dejar  de  ob-
             servar la  costura  del  altar,  habló  así  solemne-
       mente:
         — Cayo  Graco,  Harmodio  y  Aristógiton,
       Bruto.,,  héroes  inmortales,  pronto  seré  con
       vosotros...  y  tú,  Lucas,  hijo  mío,  que  estás  en
       las  filas  de  la  celestial  infantería,  avanza  al
       encuentro  de  tu  dichoso  padre.
         Los  frailes,  puestos  de  rodillas,  recitaban
       oraciones,  empeñándose  en  que  el  reo  las  re-
              pitiera; pero  Sarmiento  se  apartó  de  ellos  afir-
       mando:
         — Todo  lo  que  puede  decirse  lo  he  dicho  en
      mi  corazón  durante  la  misa  y  después  de  ella.
         Oyóse  el  tañido  de  la  campana  de  Santa
      Cruz.
        — Tocan  á  muerto — dijo  Sarmiento. — Yo
      mandaría  repicar  y  alzar  arcos  de  triunfo,  co-
          mo en  el  día  más  grande  de  todos  los  días.
      ¡Ya  veo  tus  torres,  oh  patria  inmortal,  Jeru-
      salén  amada!  ¡Bendito  el  que  llega  á  tí!
         El  alcaide  le  saludó,  enmascarándose  tam-
           bién con  la  carátula  de  piedad  lastimosa  quo
      pasaba  de  rostro  en  rostro,  conforme  iban  en-
             trando personajes.  Después  separáronse  lodos
      para  dar  paso  á  un  hombre  obeso,  algo  viejo,
   282   283   284   285   286   287   288   289   290   291   292