Page 278 - El Terror de 1824
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la vida, fué en leal acción de guerra y cuando
el honor de mi bandera así me lo mandaba.
No obstante, un pecado grave tengo en lo to-
cante á este mandamiento, y ese lo voy á con-
fesar aquí con la boca y con el corazón, por-
que há tiempo pe?ar sobre tm conciencia; y
aunque estoy muy arrepentido, paréeeme que
jamás logro echar de mí la mancha y peso que
me dejó. Hallándose preso y encadenado un
vecino mío, padre de esta joven que tne acom-
paña, pidió un vaso de agua y se lo negué.
¡Qué infame bellaquería! Pero válgame mi
contrición sincera y el cariño ardiente que
después he puesto en la bendita hija de aquel
desgraciado.
—Adelante, — murmuró Alelí satisfecho de
que hubiese algún pecado evidente que justi-
ficase su ministerio.
—Del sexto no diré más sino que después
de la muerte de mi Refugio, que acaeció hace
veintidós años, he observado castidad absolu-
ta, á pesar de ser solicitado para faltar á aque-
lla preciosa virtud por más de una hembra que
do debió de ver en mí saco de paja. Tampoco
he robado jamás á nadie ni el valor de un alfi-
ler, y en el ramo de mentir, si alguna vez falté
á la verdad, fué en negocios baladís y de poca
monta.
—Alto, alto— dijo Alelí con interés sumo,
viendo llegado el toma que abordar quería. —
Usted ha mentido, y ha mentido gravemente
por sistema sosteniendo un papel engañoso
con la terquedad del hombre más perverso. Es
opinión general que usted se finge demente,