Page 43 - El Terror de 1824
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EL  TERROR  DE  1824
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     mal  estos  cuidados.  Yo  dije  para  raí:  «Cuando
     se  ponga  bueno  y  so  le  despeje  la  cabeza,  abri-
        rá de  nuevo  la  escuela,  se  llenarán  sus  bolsi-
         llos, y  podrá  vivir  otra  vez  solo  y  holgado  en
     su  casa.  Entre  tanto  lo  conservaré  en  la  mía,
     si  quiere,  y  partiré  con  él  lo  poco  que  tengo.  %
       — ¡Cuidarme,  conservarme  aquí,  darme  asi-
         lo!...— murmuró  D.  Patricio  con  estupefacción
     y  aturdimiento.
       — Me  han  dicho  que  el  casero  le  va  á  plan-
         tar á  usted  en  !a  calle  esta  semana.
       — Ese  troglodita  será  capaz  de  hacerlo  como
     lo  dice.
        — En  aquel  cuarto  le  he  preparado  á  usted
     una  cama, —manifestó  Soledad,  señalando  una
     alcoba  cercana.
        D.  Patricio  miró  y  vio  un  lecho,  cuyas  cor-
          tinas blancas  le  deslumhraron  más  que  si  fue-
         ran rayos  de  sol.
        —  [Una  cama!.. •  ¡para  mil...  ¡para  mí  que
      hace  cinco  meses  duermo  en  el  suelo!...
        — Aquí  podrá  usted  vivir.  Yo  estoy  sola^
      quizá  lo  esté  por  mucho  tiempo— añadió  la
     joven  poniendo  delante  del  anciano  un  plato
      de  uvas. — La  casa  es  demasiado  grande  para
      mí...  No  tendrá  usted  que  ocuparse  de  nada...
      le  cuidaré,  le  alimentaré.
        — ¡Me  cuidará,  me  alimentará!...  Repito  que
      esto  es  magia.
        — Es  caridad...  ¿Por  ventura  no  entienden
      de  caridad  los  patriotas?
        — Sí  entendemos,  sí — replicó  Sarmiento  tan
      aturdido  ya  que  no  sabía  qué  decir. — ¡La  ca-
            ridad! sublime  sentimiento.  Pero  no  ha  de  so-
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