Page 48 - El Terror de 1824
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44        B.  PÉREZ  GÁLDÓS
         — Está  muy  bien  pensado.  Ahora  á  dormir.
         Vino  el  médico  que  habían  llamado,  y  Sar-
              miento le  despidió  de  mal  talante,  diciendo
       que  no  necesitaba  medicinas,  porque  para  él,
       el  cuerpo  no  era  nada  y  el  alma  todo.  Advir-
          tió el  módico  reservadamente  á  Sola  que  le
       encerrara  si  tenía  empeño  en  que  tal  estafermo
       viviese.  Después  de  la  partida  del  Galeno,  Don
       Patricio  mostró  deseos  de  acostarse.
         — Buenas  noches,  señora — dijo  el  preceptor
      entrando  en  la  alcoba. — ¿Tomaré  mañana
      chocolate?
         — ¿Eso  había  de  faltar?  Si  no  fuera  por  esa
      dichosa  mueite  heróica  que  le  espera,  lo  toma-
          ría usted  muchos  días.  |Quó  necedad  privarse
      de  ese  gusto  por  la  gloria,  que  no  es  más  que
       humol
         — Usted  habla  en  broma — dijo  D.  Patricio,
      cuya  voz  se  oía  débilmente  desde  la  sala,  por*
       que  había  cerrado  la  puerta  para  acostarse. —
      No  puedo  comprender  -que  su  claro  entendi-
             miento compare  unas  cuantas  onzas  de  soco-
            nusco con  la  inmortalidad  y  la  gloria...  ¡AM
       señora  mía,  lo  único  que  me  consuela  de  la
      pérdida  que  acabo  do  experimentar,  es  el  sa-
          ber que  mi  adorado  hijo  está  gozando  de  esa
      inextinguible  luz  de  la  gloria,  premio  justo  de
      los  que  han  muerto  defendiendo  la  libertad.
       ¡Mártir  sublime,  que  Dios  te  bendiga  como  te
      bendigo  yo!...  jyo  que  me  apresuro  á  imitartel...
      Sólita,  ¿se  ha  marchado  usted?
        — No,  señor;  aquí  estoy  oyéndole  con  mu-
          cho gusto.  ¡Cuánto  siento  la  muerte  del  pobre
      Lucas!...  ¡Era  tan  buen  muchacho!...
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