Page 49 - El Terror de 1824
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EL TERROR DE 1824 45
— | Válgame Dios lo que be perdidol Era uq
dechado de virtudes — dijo Sarmiento dando
un gran suspiro, — y de amor filial. Su inteli-
gencia superior se remontaba á las más altas
concepciones. Su valor indomable no tenía
igual, y creeríase al verle que en él había re-
sucitado un héroe antiguo. Vamos, que en
aquel famoso 7 de Julio dejó bien puesto el
pabellón,.. |Pobre hijo míol Sus nobles faccio-
nes eran idénticas á las de su rbadre. ¡Si supie-
ra usted cuán hermosa era mi Refugio!...
¿Está usted ahí, Sólita?...
— Aquí estoy. Sí, debía de ser muy hermo-'
sa Doña Refugio.
— ¡Ah! ¡Si usted la hubiera visto!... ¡Qué
boca!... ¡qué ojos!.,, ¡qué pie!... Me parece que
la estoy mirando. La llamaban la diosa de
Calabazar del Buey, por ser éste el lugar de
su nacimiento... ¡Oh dulces memorias! ¿por
qué venís á atormentarme en estas aflictivas
horas?... Yo me enamoré de Refugio como un
insensato, porque siempre he sido así, un fue-
go vivo. ¡Cuánto me costó sacarla de la casa
paterna!... en fin, nos unimos en dulce lazo el
día de la Encarnación... Por Noche-Buena
nació nuestro Lucas, que parecía una bola de
oro y manteca... ¡Oh tiempos!... ¿Señora Doña
Sólita...?
—¿Qué?
—¿Se ha marchado usted?
— No, señor; aquí estoy.
— Parece que se ríe usted.
— De ningúm modo.
—Hágame el favor de abrir la puerta Por-