Page 51 - El Terror de 1824
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EL  TERltOR  DE  1824  47
     Clemente  aquel  amasijo  de  tapias  agujereadas
     no  ha  sido  nuevo  nunca.  La  iglesia  de  Nuestra
     Señora  de  Gracia,  viuda  de  San  Millán  des-
        de 1868,  tenía  el  mismo  aspecto  de  almacén
     Abandonado,  mientras  s  u  consorte,  arrincona-
        do entre  las  callejuelas  de  las  Maldouadas  y
     San  Millán,  parecía  pedir  con  suplicante  modo
     que  le  quitaran  de  en  ma  dio.  La  fundación  de
     Doña  Beatriz  Galiudo  no  daba  á  la  plaza  sino
     podridos  aleros,  tuertos  y  llorosos  ventanu-
           chos, medianerías  cojas  y  covachas  misera-
          bles. La  elegante  cúpula  de  la  capilla  de  San
     Isidro,  elevándose  eu  seguudo  término,  era  el
     único  placer  de  los  ojos  en  tan  feo  y  triste
     sitio.
       Esta  plazuela  había  recibido  de  la  Plaza
     Mayor,  por  donacióu  graciosa,  el  privilegio  de
     despachar  á  los  reos  de  muerte,  por  cuya  ra-
         zón era  más  lúgubre  y  repugnante.  Ajuella
     boca  monstruosa  y  fétida  se  había  tragado  ya
     muchas  víctimas,  y  |cuántas  le  quedaban  aún
     por  tragar  desde  aquella  célebre  fecha  de  No-
             viembre de  1823,  que  ennobleció  la  plaza-
     cadalso,  dándole  nombre  más  decoroso  que  el
     que  siempre  ha  llevadol
        Eu  la  mañana  del  6,  centenares  de  curiosos
     afluían  por  las  calles  próximas  para  ver  dos
      palos  largos  plantados  en  medio  de  tal  plaza,
     y  asistir  con  curiosidad  afanosa  á  la  tarea  de
      seis  hombres  que  se  ocupaban  en  unir  los  to-
      Ees  de  dichos  árboles  con  un  tercer  madero
       orizontal.  Los  corrillos  eran  muchos,  y  la
      gente  iba  y  venía  paseando  como  en  los  pre-
               liminares de  una  fiesta.  Veíanse  hombres  un  i*
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