Page 56 - El Terror de 1824
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52         B.  PÉREZ  G ALDOS
      zar  en  Nuestra  Señora  de  Gracia,  y  ya  sale  otra
      vez.  Viene  hacia  acá.
        En  efecto,  avanzaba  hacia  el  centro  de  la
       plaza  la  más  estrambótica  figura  que  puede
       ofrecerse  á  humanos  ojos  en  esos  días  de  re-
             vueltas políticas,  en  que  todo  se  transfigura,  y
       sale  á  la  superficie,  ensuciando  la  clara  linfa,
      el  légamo  social.  Era  un  hombre  á  caballo,
       mejor  dicho,  á  mulo.  Vestía  hábitos  de  fraile
      y  traía  un  Crucifijo  en  la  mano,  y  pendientes
       del  cinto,  sable,  pistolas  y  un  látigo.  Seguíanle
       cuatro  lanceros  á  caballo,  y  rodeábale  escolta
       de  gritonas  mujeres,  pilluelos  y  otra  ralea  de
       gente  de  esa  que  forma  el  vil  espumarajo  de
       las  revoluciones.
         Era  el  Trapense  joven,  de  color  cetrino,  ojos
       grandes  y  negros,  barba  espesa,  con  un  aire-
       cilio,  más  que  de  feroz  guerrero,  de  truhán  re-
               domado. Había  sido  lego  en  un  convento,  en
       el  cual  dió  mucho  que  hacer  á  los  frailes  con
       su  mala  conducta,  hasta  que  se  metió  á  gue-
              rrillero, teniendo  la  suerte  de  acaudillar  coi:
       buen  éxito  las  partidas  de  Cataluña.  Conoce-
          dor de  la  patria  en  cuyo  seno  había  tenido  la
       dicha  de  nacer,  creyó  que  sus  frailunas  vesti-
             duras eran  el  uniforme  más  seductor  para
       acaudillar  aventureros,  y  al  igual  de  las  cor-
             tantes armas  puso  la  imagen  del  Crucificado.
       En  los  campos  de  batalla,  fuera  de  alguna
       ocasión  solemne,  llevaba  el  látigo  en  la  mano
       y  la  cruz  en  el  cinto;  pero  al  entrar  en  las  po-
               blaciones colgaba  el  látigo  y  blandía  la  cruz,
       incitando  á  todos  á  que  la  besaran.  Esto  hacía
       en  aquel  momento,  avanzando  por  la  plazuela.
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