Page 58 - El Terror de 1824
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54        B.  PÉREZ  G ALDOS.
      dígame:  ¿con  que  es  cierto  que  se  nos  marcha
      el  Príncipe?
         — ¿Angulema?  Ya  va  muy  lejos,  camino  de
      Francia.  ¿Verdad,  Padre  Marañón,  que  na
       nos  hace  falta  maldita?
         — ¿Pues  no  nos  ha  de  hacer  falta,  hombre
       de  Dios? — dijo  el  fraile  soltando  una  carcajada
      que  asemejó  su  rostro  al  de  una  gárgola  de
      catedral  despidiendo  el  agua  por  la  boca,  —
      ¿Qié  va  á  ser  de  nosotros  sin  figurines?  Ave-
           rigüe usted  ahora  cómo  se  han  de  hacer  los
      chalecos  y  cómo  se  han  de  poner  las  cor-
      batas.
        Los  tres  y  otros  intrusos  que  oían  rompieron
      á  reir,  celebrando  el  donaire  de]  Trapense.
        —  Queda  de  General  en  jefe  el  General
      Bourmont.
        — Por  falta  de  hombres  buenos,  á  mi  padre
      hicieron  alcalde— dijo  Chaperón.— Si  Bour-
            mont se  ocupara  en  otra  cosa  que  en  coger
      moscas,  y  se  metiera  en  lo  que  no  le  importa,
      ya  sabríamos  tenerle  á  raya.
        — Me  parece  que  no  nos  mamamos  el  dedo
      — repuso  el  fraile. — Y  me  consta  que  S.  M.
      viene  dispuesto  á  que  las  cosas  se  hagan  al
      derecho,  arrancando  de  cuajo  la  raíz  de  las
      revoluciones.  Dígame  usted,  ¿es  cierto  que  se-
      ha  retractado  en  la  capilla?
        — ¿Quién,  Su  Majestad?
        — No,  hombre,  Rieguillo.
        — De  eso  se  trata.  El  hombre  está  más  ma-
           duro que  una  breva.  ¿No  va  usted  por  allá?
        — ¿Por  la  capilla?...  No  me  quedaré  sin  me-
         ter mi  cucharada...  Ahora  no  puedo  detener-
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