Page 53 - El Terror de 1824
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EL  TERROR  DE   1824  43
      — Si  hace  falta  más  gente,  venga  más  gen-
    te...  Estos  holgazanes  no  comprenden  la  gra-
          vedad de  las  circunstancias,  ni  están  á  la  al-
         tura de  un  suceso  como  éste...  ]Por  vida  del
   v^  Santísimo  Sacramento,  que  yo  les  haré  andar
    á  todos  derechos!...  Sr.  Cuadrado,  lleve  usted
    al  Canal  á  todos  los  operarios  de  la  Villa  para
    transportar  esos  leños,  y  si  no  iré  yo  mismo,
    que  lo  mismo  sirvo  para  un  fregado  que  para
    un  barrido.
       Tres  horas  más  tarde,  el  deseo  de  aquel
    hombre  tan  atroz  se  empezaba  á  cumplir,  y  la
    gente  allí  reunida  (porque  había  más  gente-
    vió  que  se  elevaban  con  majestad  dos  maderos
    como  mástiles  de  barco,  gruesos,  lisos,  her-
    mosos.
      — ¡Ah,  muy  bienl — dijo  el  endriago,  obser-
          vando desde  lejos  el  golpe  de  vista. — Esto  es
    otra  cosa.  Así  es  como  el  Gobierno  quiere  que
    se  haga.  ¡Magnífico  efectol
      Sus  miradas  de  satisfacción  recorrieron  toda
    la  plaza  pqjr  encima  del  mar  de  cabezas,  y
    parecía  decir:  «[Feliz  el  pueblo  que  tiene  al
    frente  de  su  policía  un  hombre  como  yol»
      Clavados  los  altos  maderos,  los  aparejado-
       res se  ocuparon  en  atar  la  traviesa  horizontal
    El  efecto  era  soberbio.
      Daba  nuevas  órdenes  para  perfeccionar  taa
    bella  obra  el  formidable  polizonte,  cuando  se
    llegó  á  él  un  hombre  cuadrado  y  de  semblante
    obscuro  é  indescifrable,  que  le  saludó  cortes-
    mente  .
       —¿Qué  te  parece,  Romo,  lo  que  hemos  he-
     cho? — dijo  el  del  bastón,  cruzando  atrás  las
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