Page 57 - El Terror de 1824
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                EL  TERROR  DE  1824
     Su  mulo  no  podía  romper  sino  á  fuerza  de  ca-
            bezadas y  tropezones  la  muralla  de  devotos
     patriotas,  y  él,  afectando  una  seriedad  más
     propia  de  mascarón  que  de  fraile,  echaba  ben-
             diciones. El  Demonio  metido  á  evangelista  no
     hubiera  hecho  su  papel  con  más  donaire.
     Viéndole,  fluctuaba  el  ánimo  entre  la  risa  y
     un  horror  más  grande  que  todos  los  horrores.
     Los  tiempos  presentes  no  pueden  tener  idea
     de  ello,  aunque  hayau  visto  pasar  fúnebre  y
     sanguinosa  una  sombra  de  aquellas  espanta-
         bles figuras.  Sus  reproducciones  posteriores
     han  sido  descoloridas,  y  ninguna  ha  tenido
     popularidad,  sino  antes  bien,  el  odio  y  las  bur-
        las del  país.
       Cuando  el  bestial  fraile,  retrato  fiel  de  Sata-
        nás ecuestre,  llegó  junto  al  grupo  de  que  he-
         mos hablado,  recibió  las  felicitaciones  de  las
     tres  personas  que  lo  formaban,  y  él  les  hizo
     saludo  marcial  alzando  el  Crucifijo  hasta  tocar
     la  sien.
       — Bien  venido  sea  el  Padre  Marañón— dijo
     el  jefe  de  la  Comisión  militar  acariciando  las
     crines  del  mulo,  que  aprovechó  tal  coyuntura
     para  detenerse.- — ¿A  dónde  va  tanto  bueno?
       —Hombre...  también  uno  ha  de  querer  ver
     las  cosas  de  gusto — replicó  el  fraile. — ¿A  que
     hora  será  eso  mañana?
       — A  las  diez  en  punto —contestó  Regato. —
     Es  la  hora  mejor.
       — ¡Cuánta  gente  curiosa!...  No  me  han  de-
          jado rezar,  Sr.  Chaperón — añadió  el  fraile,  in-
               clinándose como  para  decir  una  cosa  que  no
     debía  oir  el  vulgo. — Usted,  que  lo  sabe  todo,
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