Page 59 - El Terror de 1824
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                EL  TERROR  DE  1824
     me:  tengo  que  ver  al  Obispo  para  un  negocio
     de  bulas,  y  al  Ministro  de  la  Guerra  para  ha-
           blarle del  mal  estado  en  que  están  las  armas
     de  mi  gente...  Con  Dios,  señores...  ¡arre!
       Y  echó  á  andar  hacia  la  calle  de  Toledo,
     seguido  del  entusiasta  cortejo  que  le  vitorea-
         ba. Chaperón,  después  de  dar  las  últimas  ór-
           denes á  los  aparejadores  y  de  volver  á  obser-
         var el  efecto  de  la  bella  obra  que  se  estaba
     ejecutando,  marchó  con  sus  amigos  hacia  la
     calle  Imperial,  por  donde  se  dirigieron  todo3  á
     la  cárcel  de  Corte.  En  la  plazuela  había  tam-
          bién gente,  de  esa  que  la  curiosidad,  no  la
     compasión,  reú  ae  frente  á  un  muro  detrás  del
     cual  hay  un  reo  en  capilla.  No  veían  nada,  y
     sin  embargo,  miraban  la  negra  pared,  como  si
     en  ella  pudiera  descubrirse  la  sombra,  ó  si  no
     la  sombra,  misterioso  reflejo  del  espíritu  del
     condenado  á  muerte.
       Los  tres  amigos  tropezaron  con  un  individuo
     que  apresuradamente  salía  de  la  Sala  de  Al-
     caldes.
       — |Eh!  no  corra  usted  tanto,  Sr.  Pipaón —
     gritóle  el  déla  Comisión  militar. — ¿A  dónde
     tan  á  prisa?
       — Hola,  señores,  salud  y  pesetas— dijo  el
     digno  varón  deteniéndose.—  ¿Van  ustedes  á  la
     capilla?..,
       — No  hemos  de  ser  los  últimos.  ¿Qué  tal
     está  mi  hombre?...
        — Van  á  darle  de  comer.,.  Una  mesa  esplén-
           dida, como  se  acostumbra  en  estos  casos.  Con
      que,  Sr.  Chaperón,  Sr.  Regato...
        — ¡A  dónde  va  usted  que  más  valga!— dijo
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