Page 46 - El Terror de 1824
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42 B. PÉREZ GALDÓS
— Porque somos enemigos políticos.
Bañado el rostro en lágrimas, Sola se echó á
reir, lo que producía singular contraste.
— Porque somos enemigos encarnizados...
porque me porté mal, y si ahora salimos con
que usted me da carne y mesa.,. Además, mi
dignidad no me permite aceptarlo, no, señora.
Parecerá que he cedido en mis opiniones...
que transijo con ciertas ideas.
Sola reía más.
■ — Uated se burla de mí. Bien: no hablemos
más del asunto. Se me figura que usted me
perdona aquellos desmanes. Bien, muy bien.
Reconozco que es un proceder admirable; pe-
ro yo... póngase usted en mi lugar...
— Me parece — dijo Sola, — qué ya es hora de
que se acueste usted.
— ¡En esa camal— exclamó Sarmiento con
incredulidad y abriendo mucho los ojos.
— En esa.
—¡Y tiene colchones!
— Y manta... Ya que tiene usted repugnan-
cia de aceptar lo que le ofrezco, no insistiré —
indicó la muchacha con malicia; — pero valga
mi hospitalidad por esta noche. Mañana se
volverá usted á su casa.
— Bien, bien — dijo Sarmiento. — Por vida de
la chilindraina, que es una excelente idea.
Mañana lo decidiremos, y esta noche, como
estoy tan cansado... En verdad, ¿para qué ne-
cesito yo colchones ni platos exquisitos, si es-
tán contados mis días?... |Ay! La pérdida de
mi hijo me ha secado el corazón. Para mí ha
concluido el mundo. Conozco que estoy de